Las metodologías activas son un conjunto de métodos, técnicas y estrategias de enseñanza que se caracterizan por poner a los alumnos en el centro del aprendizaje, apostando por generar en ellos una mayor autonomía e involucramiento en su proceso educativo, al disponer escenarios donde puedan hacer uso de sus competencias en un entorno real (o lo más realista posible).
Pero ¿Cómo podemos lograrlo? ¿Qué podemos hacer para implementar el uso de metodologías activas dentro de nuestras aulas? A continuación, presentamos algunas consideraciones.
En primer lugar, debemos tener en cuenta que las metodologías activas requieren una situación compleja como punto de partida, esto quiere decir que nuestras situaciones de aprendizaje deben ser más elaboradas que algo que se pueda resolver con una búsqueda en Google; debemos encontrar situaciones que reten a nuestros alumnos, plantearles preguntas que quieran responder, con ello, buscamos que adquieran compromiso, asuman el reto y tengan la necesidad de tomar un rol activo en el desarrollo de su aprendizaje; dentro de las metodologías activas esperamos que el estudiante participe reconociendo problemas, priorizando tareas, recopilando, ordenando, analizando y transformando información, es decir, creando conocimiento y ejercitando sus capacidades mentales complejas.
En segundo lugar, es necesario priorizar el trabajo en equipo, es decir, brindar espacios donde nuestros alumnos puedan interactuar de manera positiva; pues es en estos escenarios donde se construirá el conocimiento, por ello resulta importante generar formas de trabajo donde nuestros alumnos tengan oportunidades de establecer interacciones significativas con sus compañeros, intercambiando opiniones y experiencias, necesitamos generar espacios donde ellos se realizan mutuamente preguntas y se coordinan para buscar información, que posteriormente elaboran para obtener conclusiones. En las metodologías activas asumimos que el conocimiento no es una posesión nuestra como docentes si no una construcción colectiva, resultado del trabajo entre nuestros estudiantes y nosotros.
Un tercer aspecto importante es el papel de la reflexión (y con ello, el desarrollo de la metacognición) en el curso de las actividades. Ya sea que nuestros alumnos elaboren proyectos (Aprendizaje Basado en Proyectos), resuelvan problemas (Aprendizaje Basado en Problemas) o enfrenten retos (Aprendizaje por Retos), durante el desarrollo las actividades deben ser capaces de planificar, monitorear, autoevaluar y fijarse objetivos; es decir, pensar sobre lo que hacen, como lo hacen, el resultado que obtienen y lo que deben hacer para mejorarlo.
Un cuarto elemento es la autenticidad de las actividades que realizamos, el uso de las metodologías activas presupone la existencia de escenarios reales (o lo más realistas posibles) donde el alumno pueda interactuar con el entorno, con el fin de generar productos que sean socialmente relevantes, estos productos, funcionan como evidencia observable y evaluable del trabajo realizado y quedan como constancia del proceso de aprendizaje ocurrido.
El corazón de las metodologías activas es profundamente constructivista, pues asume un alumno activo, que construye el conocimiento en su relación significativa con el medio para lograr un aprendizaje completo. Esto lo dota de un papel activo, con la capacidad de emitir opiniones y modificar el curso de las acciones que se desarrollan durante el aprendizaje, para ello, es necesario que nosotros docentes dejemos el protagonismo dentro del aula y asumamos un papel, eso sí fundamental, como guías y recursos de apoyo.
En este sentido, nuestra función principal es generar y gestionar situaciones de aprendizaje donde los alumnos puedan ejercitar sus competencias, lo cual, la mayor parte del tiempo nos implicará buscar materiales, localizar fuentes de información, gestionar el trabajo en equipos, valorar los avances del proyecto, resolver dificultades, controlar el ritmo de trabajo, facilitar su éxito y retroalimentar el proceso constantemente.
Pero no sólo eso, uno de los mayores desafíos en el uso de las metodologías activas es apoyar a nuestros alumnos a desarrollar constancia y tolerancia a la frustración y más importante, a sentir esa “sensación de logro” (producto de vencer retos) que conforma una experiencia de aprendizaje memorable.
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