-Mamá, ¡No quiero ir a la escuela!
-Anda Luis, ¡ya arréglate y ve!
-Pero ¿por qué tengo que ir si no me gusta?
- ¡Porque tú eres el maestro!
Quise comenzar con esto para poner en evidencia que, si bien se puede tomar con humor que un maestro no quiera asistir al colegio, para muchos representa una verdadera hazaña tener la motivación suficiente para levantarse y dirigirse a un espacio en el que no encuentran el sentido de la labor que realizan.
Y es que la labor docente siempre constituye un foco de atención para la sociedad, sobre la cual se tienen amplias expectativas para el desarrollo de los alumnos. En ese sentido, los padres de familia, las autoridades, los medios y el docente en sí mismo, demandan una serie de acciones estereotípicas (tener el control, que los alumnos se “porten bien”, “que saquen 10”), que sin duda pueden ser una fuente de estrés y ansiedad para los maestros cuando no se cumplen como se espera.
Otras fuentes de estrés o ansiedad son los constantes cambios en los programas y los modelos de enseñanza-aprendizaje, la falta de recursos y materiales para la enseñanza, la falta de capacitación en el uso de nuevas tecnologías, el contacto constante con grupos de alumnos que tienen múltiples características de personalidad y comportamientos tan diversos, así como los bajos salarios e incertidumbre sobre su mantenimiento del trabajo.
Al respecto, Delgado-Herrada, García Orta y Zamarripa (2022) indican que:
El ejercicio docente en México, por sus peculiaridades, tiene el potencial de poner en entredicho el bienestar de las maestras y maestros lo que, entre otras cosas, podría generar una baja motivación de las docentes, y una falta de interés por parte del alumnado, propiciando así el incremento en los niveles de estrés, al mismo tiempo en el que deben de adaptarse a condiciones imprevistas en la enseñanza y a nuevas metodologías de enseñanza-aprendizaje.
En ese sentido, resulta relevante que los docentes puedan tener una salud mental que les permita enfrentar las demandas de su ejercicio profesional y que les ayude a conectar con sus alumnos para que el ambiente de aprendizaje sea óptimo.
Bajo esa misma lógica, para los alumnos tampoco resulta nada sencillo, ya que es en la escuela o colegio donde comienzan a estructurar sus relaciones sociales y esto puede constituirse como una fuente de problemas para la salud mental, tal como lo indican investigaciones como la realizada por Payán, Cervantes y Guevara (2011), en la que encontraron que entre más “nerviosos” se sientan los alumnos cuando el profesor los pasa al pizarrón, menos terminan los trabajos en clase y ponen menos atención. También se identificó que entre más se enojen, menos les gusta compartir lo que saben.
Algunos datos de La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 (Ensanut en INEGI-INSP, 2019) muestran que: respecto al lugar donde ocurre la violencia entre los 10 y los 12 años (primaria alta), se sabe que al menos 8 de cada 10 eventos violentos sucedieron en la escuela. Por otra parte, SIPINNA (2020) reporta que: “casi 7 de cada 10 adolescentes entre 12 y 14 años sienten estrés diario o algunas veces; 46 de cada 100 sienten enojo con la misma frecuencia; y, 8 de cada 10 adolescentes entre 15 y 17 años señalan sentirse con estrés. Además, 41% de las niñas se siente triste diario o pocas veces, contra 25% de los niños”.
Así, podemos indicar que si bien antes se consideraba que el aprendizaje solo se asociaba con la inadecuada implementación de estrategias de enseñanza-aprendizaje, hoy podemos señalar que también es producto de un adecuado manejo de los factores socioemocionales y de salud mental en el espacio escolar.
Por ende, resulta fundamental que tanto docentes como alumnos tengan oportunidad de atender y manejar sus emociones, a partir de una serie de acciones específicas que impacten no solo en el aprendizaje logrado sino en su bienestar y desarrollo tanto personal como social.
Algunas de esas acciones pueden organizarse alrededor de los siguientes puntos:
Revisa tus emociones y las de tus alumnos. Utiliza emoticones agrandados (en un dado, una impresión) y pide a tus alumnos que cuando les salga una cara de tristeza, alegría o enojo, describan en un par de minutos cómo se sintieron el día anterior o cómo se sienten actualmente a partir de una historia o de un cuento breve que puede ser anónimo.
Fomenta la comunidad. La salud mental también tiene que ver con el sentido de pertenencia, entre más sientas que formas parte de una comunidad, más te preocuparás por otros y otros se preocuparán por tu bienestar. Forma redes de apoyo para alguna temática en específico, por ejemplo: grupo de personas que se preocupan por lo que se come en la escuela o las interacciones que existen; no se trata de formar patrullas de supervisión, se trata de comunicarle a las personas dentro de la escuela que te interesa su bienestar.
Haz un plan con tus alumnos. Busquen alternativas para disminuir la ansiedad o el estrés habitual, investiga alguna técnica sencilla de relajación y compártela al otro día con el grupo, luego podrías ir delegando la responsabilidad en algunos alumnos para que hagan alguna actividad o ejercicio que los ayude a sentirse bien en el transcurso del día y evitar así la acumulación de cansancio por el desgaste mental, lo cual, de no cuidarse puede provocar el desarrollo de Burnout.
Diversifica. El uso de distintas técnicas de enseñanza-aprendizaje permite que los alumnos se motiven más y potencialicen su desarrollo cognitivo. Por ejemplo, algunos autores como Godoy (2019) indican que el buen uso de la técnica de gamificación puede mejorar los resultados de aprendizaje en diferentes condiciones e influir en el estudio auto guiado, los roles participativos y las evaluaciones se vuelven más dinámicas, agiles y fáciles.
Finalmente, la salud mental no es cosa de juego, sigue estas recomendaciones para poder intervenir de una forma sencilla y práctica para propiciar un mejor desarrollo socioemocional en tu ambiente educativo, pero no olvides consultar a un profesional si sientes que tienes algún problema que pueda impactar de forma negativa tu bienestar mental y el de tus alumnos.
Delgado-Herrada, García-Orta y Zamarripa. (2022). La salud mental en profesores mexicanos de educación básica. Un enfoque desde la Teoría de la Autodeterminación. Espiral. Cuadernos del profesorado, 15 (31), 103-113. https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/8581646.pdf
Godoy, M. (2019). La Gamificación desde una Reflexión Teórica como recurso estratégico en la Educación. Revista Espacios,40 (15). 25- 33. https://www.revistaespacios.com/a19v40n15/19401525.html
INEGI -INSP (2019). Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2018 Ensanut - Informe Operativo. INEGI. En prensa
Payán, Cervantes y Guevara. (2011). La salud mental y el desempeño escolar de los niños de educación primaria del estado de Chihuahua. [Conferencia]. XI Congreso Nacional de Investigación Educativa. Monterrey, Nuevo León. https://www.comie.org.mx/congreso/memoriaelectronica/v11/docs/area_01/20...
SIPINNA. (2020). OpiNNA Nueva Normalidad. México: SIPINNA. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/601493/RESULTADOS_OPINNA_...
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