El cierre del ciclo escolar es uno de los momentos más intensos para los maestros de todos los niveles escolares. Se tienen que hacer evaluaciones finales, entrega de calificaciones, reportes administrativos, revisión de asistencias, organización de actividades de cierre, despedida de grupos, cursos de actualización y un largo etcétera.
Uno de los grandes retos que enfrentan los docentes dentro del aula en la educación básica es lograr que todos los estudiantes participen activamente en su proceso de aprendizaje. Sabemos que cada grupo es diverso: hay alumnos extrovertidos y otros más tímidos; algunos aprenden más rápido y otros necesitan más apoyo.
La pregunta clave es: ¿cómo lograr que todos mis alumnos se sientan incluidos y parte importante del grupo?
La participación activa no solo mejora el rendimiento académico, sino que también fortalece la autoestima, el sentido de pertenencia y la convivencia escolar. Al trabajar en el aula la participación activa se genera un ambiente escolar agradable donde los estudiantes se sienten cómodos e integrados con sus compañeros, se crean lugares seguros e incluyentes para formar comunidades de aprendizaje; en donde todos los educandos construyen el conocimiento aportando saberes, habilidades y conocimientos, sintiéndose un miembro activo de esta comunidad escolar.
Te presentamos algunas claves que te serán útiles. Su utilidad esta comprobada al ser respaldadas por la investigación educativa y experiencias prácticas.
1. Conocer a los estudiantes: el primer paso hacia la inclusión.
Conoce las características, estilos de aprendizaje, necesidades e intereses de tu grupo. Ello permite planear estrategias que respondan a la diversidad del aula.
“El conocimiento del contexto y de los estudiantes es esencial para tomar decisiones pedagógicas pertinentes que favorezcan su aprendizaje” (SEP, 2011).
Estrategia: Aplica diagnósticos iniciales, entrevistas breves o actividades lúdicas para conocer mejor a tu grupo. Ten muy claro qué información quieres obtener.
2. Crear un ambiente de respeto y seguridad emocional.
Un clima de aula basado en el respeto, la empatía y la confianza es fundamental para que los estudiantes se atrevan a participar, expresar sus ideas y asumir roles activos. Evita los sobrenombres, murmuraciones o que no presten atención al momento de la participación de sus compañeros.
“La interacción respetuosa y el reconocimiento mutuo favorecen la participación equitativa y el desarrollo de habilidades sociales” (UNESCO, 2017).
Estrategia: Establece acuerdos de convivencia de forma colectiva y promueve el reconocimiento positivo con un reglamento de aula, reflexionando en la consecuencia positiva o negativa de dicha regla. No más de siete acuerdos, redáctalos con lenguaje claro.

3. Diversificar las formas de participación
No todos los estudiantes se sienten cómodos participando de la misma manera. Por eso, es importante ofrecer diferentes canales y estilos de participación: oral, escrita, artística, corporal, tecnológica, etc.
“La inclusión educativa implica ofrecer múltiples formas de representación, expresión y participación” (CAST, 2018).
Estrategia: Alterna actividades como debates, mapas conceptuales, dramatizaciones, presentaciones, encuestas digitales, etc.
4. Fomentar el trabajo cooperativo
Las metodologías activas como el aprendizaje cooperativo permiten que todos los estudiantes participen de manera estructurada y significativa, favoreciendo la inclusión y el aprendizaje entre pares.
“En las dinámicas cooperativas, el alumnado va asumiendo parcelas cada vez más amplias en la gestión de su propio aprendizaje, lo que le permite aprender a construir aprendizajes de forma más autónoma y eficaz” (Zariquiey, 2016).
Estrategia: Cabezas Numeradas (donde cada miembro recibe un número para responder), Roles Diferenciados (asignación de funciones específicas como portavoz o escriba), y el Aprendizaje Basado en Proyectos, donde los grupos abordan desafíos complejos juntos, entre otras.
5. Usar preguntas abiertas y escucha activa
El uso de preguntas abiertas estimula el pensamiento crítico y da voz a todas las ideas, no solo a las “respuestas correctas”. Acompañar esto con escucha activa da valor a lo que cada estudiante aporta.
“Una buena pregunta promueve el diálogo, la reflexión y la inclusión de perspectivas diversas” (Freire, 1997).
Estrategia: Evita las preguntas de sí/no. Favorece preguntas como: “¿Qué opinas tú?”, “¿Cómo lo resolviste?”, “¿Hay otra forma de pensar esto?”
Conclusión
Fomentar la participación activa e incluyente en el aula no es solo una estrategia pedagógica: es un acto de justicia educativa. Incluir a todos los estudiantes, respetando sus ritmos y formas de aprender, contribuye a formar una comunidad más equitativa, democrática y solidaria.
Como docentes de educación básica, tenemos la responsabilidad —y la oportunidad— de construir espacios donde cada voz cuente y donde todos los estudiantes se reconozcan como protagonistas de su propio aprendizaje.

Referencias
- CAST (2018). Universal Design for Learning Guidelines version 2.2. http://udlguidelines.cast.org
- Freire, P. (1997). Pedagogía del oprimido. Siglo XXI Editores.
- Zariquiey, F. (2016). Cooperar para aprender. Grupo SM
- Secretaría de Educación Pública (SEP). (2011). Plan de estudios 2011. Educación Básica. Primaria. SEP.
- UNESCO (2017). Guía para asegurar la inclusión y la equidad en la educación. París: UNESCO.