Los días 14 y 15 de abril tuvo lugar el Congreso de Educación “Ciento volando”, un evento virtual en el que contamos con expertos y referentes del mundo de la educación cuyas charlas sirvieron de inspiración a toda la comunidad educativa. Ahora tienes la oportunidad de volver a verlas.
Mario Alonso Puig
Médico, fellow en cirugía por Harvard University Medical School. Ha dedicado gran parte de su vida a investigar cómo desplegar el potencial humano, especialmente en momentos de incertidumbre y cambio.
Lleva más de veinte años impartiendo cursos sobre la manera de potenciar capacidades humanas como el liderazgo, el trabajo en equipo, la gestión del cambio, la salud, el bienestar, la felicidad, la creatividad, la comunicación y la innovación.
Centró su intervención en por qué el cuidado emocional es el gran reto de la escuela hoy.
¿Por qué nos sentimos perdidos a la hora de hablar de bienestar, de emociones y de afectos?
Este analfabetismo emocional viene del siglo XVII, de uno de los grandes pensadores, el padre de la filosofía racionalista: Descartes. Para él, los procesos cognitivos no tenían conexión con aquello que se podía sentir. Definió el existir en base al pensar: “Pienso, luego existo”.
¿Dónde están los afectos?
Directamente no están para este gran filósofo. No se aborda el mundo afectivo y emocional desde la formación universitaria, porque no se le da la importancia que tiene.
¿Por qué es tan importante el bienestar emocional?
Le damos mucho valor al cerebro ejecutivo, que se dedica a los procesos intelectuales como aprender, ser creativos, emprender nuevas cosas, razonar, manejar el lenguaje, negociar… Y aunque todo esto es muy importante, nos olvidamos del sistema emocional, del sistema límbico, que en definitiva es el que manda, porque “el ser humano elige con el corazón y justifica con la razón”.
El sistema límbico tiene la capacidad de bloquear al sistema ejecutivo o de activarlo a niveles sorprendentes. Si un niño o joven no se siente valorado, acompañado…, activa unos mecanismos de defensa que son capaces, por sí solos, de bloquear el cerebro ejecutivo, de manera que parece que no se entera de las explicaciones de clase, deja de ser creativo y no se siente capaz de afrontar un aprendizaje o tarea concretos.
¿Qué hacen los grandes líderes y maestros?
Son aquellos que pueden hacer creer a otras personas que son capaces de hacer frente a la dificultad.
¿Qué papel tiene en la escuela y en la vida el bienestar emocional?
En el campo de la neurociencia, el mundo emocional, fundamentalmente, está conectado con el hemisferio derecho, y el mundo intelectual, la autoconciencia y el razonamiento están conectados con el hemisferio izquierdo.
En medio de la incertidumbre funcionan mejor las capacidades del hemisferio derecho, como son la imaginación, el mundo afectivo, la conexión con el cuerpo, la relación con los demás…
En un entorno volátil, incierto, complejo y ambiguo, lo mejor es la sincronización de los dos hemisferios, y potenciar así todas las capacidades que tiene el ser humano en su totalidad. Pero vivimos atrapados en modelos obsoletos. Por eso tenemos que ver esta situación como una oportunidad para revisar nuestros modelos mentales y qué priorizamos.
Santiago Ramón y Cajal dijo: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. Fue el primero, sin poderlo demostrar, que intuyó que se podían formar nuevos circuitos neuronales.
¿Desde dónde construimos neuroplasticidad?
Desde la propia cognición, aunque la verdadera neuroplasticidad sale de la ilusión, de la pasión, del entusiasmo, de la confianza en uno mismo y en sus posibilidades. Esto también es bienestar emocional. Es ir a la escuela sabiendo que es tu oportunidad para crecer y evolucionar, y esto nos lleva a pensar en la resiliencia.
El doctor Puig explica qué es la resiliencia a través de un símil muy sencillo: un vaso de cristal y una pelota de tenis que caen al suelo. El vaso de cristal se rompe, mientras que la pelota de tenis puede deformarse, rebotar…, pero se mantiene intacta. Ante situaciones complejas un ser humano puede quebrarse, sentir ansiedad o depresión, como el vaso que se rompe; o puede adaptarse, como la pelota, y ser resiliente.
¿Cómo se puede trabajar la resiliencia?
Se deben trabajar tres dimensiones del ser humano:
- Dimensión física: el cuerpo ayuda a la mente a ser más resiliente (el ejercicio físico, el descanso, una adecuada nutrición…).
- Dimensión mental: tenemos que estar en el aquí y en el ahora. Si lo hacemos, la salud y la eficiencia mejoran.
- Dimensión del alma: la empatía, la compasión, la gratitud. Podemos haber perdido cosas, pero ¿cuántas cosas tenemos todavía?, ¿qué podemos celebrar? Hay muchísimos ejemplos como poder ver, oír, tener amigos, un techo donde cobijarnos, algo de comer, agua corriente, una escuela, maestros que se ocupan de sus alumnos, que les ayudan a crecer…
“Aprender a aprender es nuestra llamada. Aprender a ser más conocedores de este mundo emocional, para poderlo vivir y transmitir a nuestros alumnos.”
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