Artículo escrito por Mariana Morales, experta en evaluación formativa y coautora del libro La evaluación formativa, publicado en la BIE. Ha desarrollado la evaluación formativa en Matices, el nuevo proyecto educativo de SM.

Antes de hacer una evaluación en clase, hay dos preguntas clave que debemos plantearnos:
- ¿Qué hay que evaluar?
- ¿Para qué voy a hacer esta evaluación?
Las respuestas a estas preguntas esenciales van a determinar en gran medida lo que suceda justo después de esa evaluación respecto a los aprendizajes y, también, a la motivación de nuestro alumnado.
En relación con la primera cuestión, el aprendizaje en cada materia tiene como objetivo el desarrollo de las competencias específicas. Los referentes para su evaluación son los criterios de evaluación que se establecen en la LOMLOE. Por lo tanto, todos los instrumentos y procedimientos de evaluación incluirán los detalles de esos criterios de evaluación competenciales marcados por la normativa, y no otros.
Comprender con profundidad la evaluación de las competencias resulta complejo y supone también abandonar rutinas y prácticas muy arraigadas en nuestra cultura escolar. Algunas confusiones típicas a los que debemos estar atentos son:
- Confusión 1: Evaluar únicamente los saberes. Los saberes forman parte de las competencias y, por tanto, evaluar solo los saberes no es suficiente para el cumplimiento de la normativa. Además, si buscamos un aprendizaje duradero y profundo, el enfoque competencial en el que se insertan los saberes es una apuesta más segura que limitarse a enseñar y evaluar solo los saberes.
- Confusión 2: Programar unos objetivos de aprendizaje y luego evaluar otras cosas diferentes de las que inicialmente hemos trabajado en el aula. Para ello conviene revisar los criterios de corrección y las rúbricas para que efectivamente sean coherentes con las competencias que nos habíamos propuesto desarrollar.
- Confusión 3: Olvidar hacer las adaptaciones a los estudiantes que las requieren. Esto acarrea que las evidencias que recogemos carezcan de la validez necesaria para que las podamos interpretar y sacar conclusiones sobre lo que saben o no saben los alumnos.
Por otra parte, la pregunta ¿Para qué voy a hacer esta evaluación? se puede plantear también así: ¿Es una evaluación para que los alumnos sigan aprendiendo o es un final de camino para certificar lo que saben? La evaluación será formativa cuando sirva para regular los procesos de aprendizaje, y sumativa cuando su finalidad sea certificarlos. La formativa se lleva a cabo durante el proceso y la sumativa, en el tramo final:

En cuanto a las finalidades de la evaluación, en la práctica diaria se producen también algunas confusiones, sobre las que podemos reflexionar como equipos docentes:
- Confusión 1: No dar opción a mejorar. Ofrecer feedback sin que el alumno tenga la oportunidad de rehacer o reintentar resulta muy poco efectivo para el aprendizaje. Siempre que queramos hacer una evaluación con el fin de mejorar los aprendizajes de los alumnos, debemos planificar cuidadosamente las actividades para que, después de recoger la evidencia, se disponga de tiempo para, efectivamente, corregir los errores o buscar la excelencia.
- Confusión 2: Asimilar la evaluación formativa a una recolección de calificaciones con las que calcular una media. En realidad, si evaluamos competencias carece de sentido hacer una media de lo que sabía el alumno en cada momento del proceso para certificar lo que sabe al final. En cambio, la evaluación continua nos convida a hacer diferentes paradas en el camino para poder reorientar las propuestas didácticas cuando sea necesario y lograr que el alumno brille al final, que es donde tomaremos la decisión sobre la calificación.
- Confusión 3: Dedicar más tiempo a registrar las evidencias que a regular el proceso es, por último, un error muy extendido… En su lugar, dediquemos nuestros esfuerzos como educadores a facilitar que cada uno de nuestros alumnos aprenda todo lo que pueda desde nuestro conocimiento de las didácticas específicas y a acompañarlos y guiarlos en su crecimiento.
¿Quieres trabajar con tu equipo docente alguna de estas cuestiones? Puedes utilizar el Horizonte de Logro para guiar ese proceso de reflexión:
