Artículo escrito por Eva Bejar, editora responsable de Matemáticas en SM, y profesora de Matemáticas y Física y Química en Secundaria. Es una de las responsables editoriales de Matices, el nuevo proyecto educativo de SM.

Si pensamos en un adjetivo que describa a nuestros niños y niñas, muchos de nosotros pensaríamos en “curiosos”. Y es que, cuando algo despierta de verdad su curiosidad, son incansables preguntando “por qué”. Y qué mejor para despertar su curiosidad y su interés que dejarles experimentar y descubrir por ellos mismos todos los conceptos y nuevas ideas que queremos que aprendan.
Así, cuando dejamos que un niño manipule distintos materiales: bloques para construir torres, letras para construir palabras, pictos, un esqueleto, agua…, y llegue a sus propias conclusiones, entiende mejor lo que ha descubierto y crea conexiones visuales y físicas con los nuevos conceptos. Esta experiencia sensorial es clave para afianzar el aprendizaje en la memoria de largo plazo.

Además, el trabajo manipulativo ayuda a desarrollar su autonomía. Al tener la oportunidad de experimentar y manipular por sí mismos, los niños ganan confianza en sus capacidades para resolver problemas y tomar decisiones.
Las fases del aprendizaje manipulativo
Pero no es suficiente solo con manipular, hemos de propiciar que nuestros alumnos pasen por tres fases distintas para asegurarnos de que ha asimilado adecuadamente un contenido.
- Fase manipulativa o concreta (C): Se parte de la propia experiencia del alumno para que descubra y establezca relaciones que le permitan comprender y extraer conclusiones.


- Fase pictórica (P): Tras haber comprobado y establecido relaciones partiendo de la manipulación, pasamos a la fase pictórica. En esta fase, el alumno reconocerá la representación gráfica de los materiales con los que ha trabajado en la fase manipulativa y podrá extraer conclusiones sin necesidad de recurrir al material. Además, será capaz de generar la imagen mental de los materiales.


- Fase simbólica o abstracta (A): En este momento, el alumno está preparado para traducir al lenguaje abstracto, aquello que ha sido capaz de descubrir manipulando y que también reconoce gráficamente.


El material ha de ser un medio para alcanzar la comprensión, pero nunca un fin.
El aprendizaje manipulativo como herramienta para atender a la diversidad
Estas fases no son una moda, ni una novedad, si no que fue Jerome Bruner en 1966, quien, partiendo de las etapas del desarrollo de Jean Piaget, puso el énfasis en cómo aprendemos: ensayo-error y autodescubrimiento, y desarrolló el enfoque “CPA” (Concreto, pictórico, abstracto) como un método para el andamiaje del aprendizaje.
Las propuestas deben estar bien medidas para que nuestros alumnos las puedan resolver, que les reten, pero no les abrumen y, a partir de sus propias experiencias, les permitan aprender a su propio ritmo. Y a nosotros, como maestros, nos brinda la posibilidad de analizar el momento del proceso de aprendizaje en que se halla cada niño. Podemos, por tanto, decidir si el alumno está o no preparado para construir un nuevo contenido sobre el anterior. Si está o no preparado para prescindir de un determinado material y pasar a otro material más complejo o que le permita realizar otras conexiones, o pasar a la fase pictórica. Por tanto, es un modo de atender distintos niveles en el aula. Pero no podemos marcar el mismo momento de retirada del material para todos, cada alumno es único y va construyendo su propio aprendizaje.


Al ofrecer a los niños materiales y permitirles acercarse a los conceptos de forma vivencial, les damos el poder de construir su propio conocimiento de forma tangible y divertida.
En Matices, encontrarás muchos materiales para trabajar con tus alumnos partiendo de la manipulación.
