Cerrado por remodelación: El descanso que nos renueva

El cierre del ciclo escolar es uno de los momentos más intensos para los maestros de todos los niveles escolares. Se tienen que hacer evaluaciones finales, entrega de calificaciones, reportes administrativos, revisión de asistencias, organización de actividades de cierre, despedida de grupos, cursos de actualización y un largo etcétera.

Todas éstas son solo algunas de las responsabilidades que se suman a la carga habitual del trabajo que tenemos como docentes, por lo que este periodo suele asociarse con un incremento del estrés, la fatiga física y emocional, y en la mayoría de los casos, una falta de tiempo para descansar y tener energía para el día a día. Por ello, resulta relevante detenernos a reflexionar sobre la importancia del manejo adecuado del estrés y del descanso en este cierre de ciclo escolar, de modo que nos permita aprovechar de una mejor manera el próximo periodo vacacional y renovar nuestro compromiso con la labor docente.

Para cumplir con lo anterior, primero debemos entender ¿qué es el estrés? Para Selye (1974, en De la Caridad et. al., 2023), se trata de una respuesta adaptativa del organismo ante demandas internas o externas que son percibidas como amenazantes o desafiantes y que exceden los recursos del individuo para afrontarlas. Esta respuesta puede ser de tipo fisiológico, emocional, cognitivo o conductual, y tiene como finalidad ayudar al cuerpo a enfrentar situaciones de peligro o presión. En el caso de los maestros, el final del ciclo escolar presenta muchas cosas desafiantes y amenazantes que sentimos que nos rebasan y si a esto se suma el desgaste acumulado durante todo el año, el cual puede haber incluido situaciones de indisciplina, falta de recursos, carga burocrática y un sin fin de situaciones que solo quienes estamos frente a grupo sabemos que pasan, entonces tenemos un caldo de cultivo muy fértil para disparar nuestros niveles de estrés.

Diversos estudios han demostrado que el estrés crónico en los docentes no solo afecta su bienestar físico y mental, sino que también impacta negativamente su desempeño profesional (Nájera y Barraza, 2019). Puede provocar desmotivación, ausentismo, disminución de la calidad en la enseñanza y, en casos más graves, conducir al llamado “síndrome de burnout” o agotamiento profesional. Por esta razón, el manejo del estrés se vuelve un aspecto clave, especialmente en momentos críticos como el cierre del ciclo escolar.

Por esta razón, es importante resaltar el valor que tiene el descanso al final del ciclo escolar. Éste no debe ser entendido únicamente como la ausencia de actividad, sino como un proceso activo de recuperación física, mental y emocional. Dormir adecuadamente, tomar pausas durante la jornada laboral, dedicar tiempo a actividades recreativas o de autocuidado, y establecer límites saludables entre el trabajo y la vida personal, son formas esenciales de descanso que todo maestro debería integrar en su rutina.

En el cierre del ciclo escolar, cuando las exigencias son mayores, suele haber una tendencia a sacrificar el descanso en favor del cumplimiento de tareas pendientes. Sin embargo, esta práctica puede resultar contraproducente. El cansancio excesivo disminuye la concentración, afecta la toma de decisiones, reduce la tolerancia al estrés y debilita el sistema inmunológico, lo cual incrementa el riesgo de enfermedades (Sánchez-Calderón, C. y Sánchez-Calderón, A., 2025).

Por eso es importante que un docente descanse, ya que un docente descansado está en mejores condiciones para enfrentar las exigencias del fin de curso. En ese sentido, a continuación, comparto algunas estrategias que te ayudarán a descansar mejor para que este cierre de ciclo no sea tan “pesado” como lo pensamos.

 

  1. Planificación anticipada: Organizar con anticipación las actividades de cierre permite evitar acumulaciones de trabajo y reduce la sensación de sobrecarga. Establecer un calendario claro (visible) con fechas límite tanto pesimistas (el mayor tiempo que te puedes dar para terminarlas) como optimistas (el plazo más corto en que podrías terminarlas) ayuda a distribuir las tareas de manera equilibrada.
  2. Delegación y trabajo en equipo: Compartir responsabilidades con otros docentes (organicen actividades en proyectos conjuntos), buscar apoyo en la dirección para tener espacios o momentos de esparcimiento u organizar actividades de entretenimiento fuera de la escuela con otros colegas, sin duda contribuye incluso a una mayor cohesión y sentido de pertenencia.
  3. Prácticas de autocuidado: Incluir actividades como el ejercicio físico dentro de la escuela con el acompañamiento del profesor de educación física, la meditación, el yoga, la respiración profunda, la lectura recreativa y compartida pueden actuar como un “respiro” emocional en medio de la jornada.
  4. Apoyo emocional: Este punto es muy importante, el conversar con compañeros sobre las dificultades y experiencias compartidas, pero no solo a modo de queja, sino con orientación a la solución, permite que se pase de: “nos piden cursos y cursos o evidencias y más evidencias sin sentido” a “deberíamos proponer alternativas formales para nuestra formación y otros métodos para hacer entrega de evidencias”. Esto no significa que proponga una estrategia y ésta sea inmediatamente escuchada e implementada, debo ser sistemático, hacer ajustes y trabajarla en conjunto, el problema muchas veces es que reaccionamos desde la intensidad afectiva y si no se hace algo, inmediatamente lo desechamos. Recuerda también que el director o directora en su mayoría no son líderes y requieren un proceso de aprendizaje que se fortalecerá en la medida en que haya mayor integración y se entienda el trabajo en equipo como un proceso.
  5. Reconocimiento y gratitud: Tomarse un momento para reconocer los logros alcanzados durante el ciclo escolar y agradecer las experiencias vividas puede fortalecer la motivación y generar un sentido de cierre emocional positivo. Haz actividades de cierre con tus alumnos, compendio de imágenes, pide a sus papás que en una libreta que circule en las casas de los alumnos, anoten los logros de los que están orgullosos de ellos, por ejemplo: “ya tiene mejor letra”, “su cuaderno está más ordenado”, “aprendió a multiplicar”. Esto reconocimiento sin duda también recae en ti.
 

En conclusión, el cierre del ciclo escolar no solo marca el final de una etapa académica, sino también una oportunidad para reflexionar sobre la práctica docente y cuidar de la salud integral de los maestros. En este contexto, el descanso y el manejo del estrés no deben verse como un extra, sino como necesidades fundamentales para garantizar la calidad del trabajo educativo.

Cuidar al maestro es cuidar a los alumnos. Reconocer la importancia del bienestar docente es clave para mejorar el clima escolar y formar generaciones más saludables y resilientes. En tiempos de alta exigencia, como el final del ciclo escolar, hacer una pausa, respirar y recuperar fuerzas es, quizás, el acto más necesario que puede realizar un educador. Para cerrar, recuerdo que en alguna ocasión leía una nota en el periódico sobre unos médicos en un hospital que se colocaron letreros en los que decían lo siguiente: “llevo 36 horas sin dormir, ¿quieres que te opere?” Si lo pensamos en nuestra práctica como maestros, ¿qué letrero te pondrías? Y mejor aún, ¿cómo lo resolveríamos? Ya que, si bien los médicos tienen la responsabilidad de la salud de las personas en sus manos, nosotros tenemos la posibilidad de incidir en una mejor educación de las futuras generaciones.